No es ningún secreto que los esmaltes, especialmente los semipermanentes, aquellos que permiten mantener las uñas perfectamente pintadas durante más de 3 semanas, contienen químicos que pueden provocar daños en las uñas o piel que las circunda.
¿Significa esto renunciar a pintarse las uñas? No… el secreto está en pintarse con esmaltes libres de tóxicos y de ejecutar las manicuras y pedicuras con mimo y precisión.
¿Cómo podemos distinguir un buen esmalte de otro potencialmente nocivo?
En la actualidad, las lacas se clasifican por niveles, 3free, 4free… hasta 7free.
A mayor índice numérico, más bio o vegana es su formulación y menos lesiva para la lámina ungular, la cutícula y la piel circundante. El trío tóxico por excelencia es el compuesto por el DBP, el tolueno y los formaldehídos pero también los acrilatos, el alcanfor, parabenos y metiletilcetona.
A la hora de comprar o elegir un esmalte no hay que dejarse guiar únicamente por el color y el precio final, un simple vistazo a los componentes de su fórmula puede salvar las uñas de alergias, infecciones y debilidades posteriores
Busca aquellos esmaltes que lo hacen bien, los que respetan tanto a las personas como al medioambiente, es decir, libres de ingredientes químicos tóxicos o de activos de origen animal innecesario. De ahí que muchos las denominen veganas. Entre las más destacables están las de CND ( Vinylux y Shellac) clasificadas como 7 free, las que trabajamos en bodii.